Hacemos algo…

Estoy en casa aburrido en el sofá un sábado por la mañana. Viendo como llueve y el día no está nada apacible.

Está comenzando el otoño. Toca guardar la ropa de verano, recuperar la ropa de otoño e invierno y hacer limpieza en el desván.

Así que llamo a Daniel y a Elia para que se sumen a la operación “reciclaje” para donar esa ropa que no usamos a una ONG para que la pueda reutilizar gente que la necesita y darle una segunda vida.

Daniel y Elia me ayudan como pueden. Son muy voluntariosos pero algunas veces estorban un poquito ya que el espacio es pequeño y les pica la curiosidad por mirar lo que hay en el interior de todas las cajas.

Decido bajar a la cocina para tomar un vaso de agua ya que el polvo está resecándome la garganta. Allí estaba Rosa cogiendo las bolsas de los tapones de plástico, las pilas para llevar al punto de recogida de reciclaje y canjearlo por estrellas.

El silencio en el desván se hizo palpable en toda la casa.

¿Qué estarán haciendo esos dos?

Así que nos acercamos al desván.

Daniel y Elia acababan de descubrir en una vieja caja de cartón llena de polvo y telas de araña, de la que ni me acordaba, en la que había:

Una vieja cámara réflex fotográfica analógica
Una cámara de cine súper 8
Así como un viejo álbum de fotografías
Un cuaderno de anotaciones
Negativos

Hacemos-algo-que-sea-diferente por Pedrido Fotografía

Al ver el panorama se asoman a mi mente viejos recuerdos de mi juventud, de la ilusión de mis comienzos, de los consejos que me dieron, de las broncas que recibía de mi madre “para sacar eso” pero también estaba orgulloso de los progresos que conseguía.

La vida me llevó por otros derroteros. Llegó el momento de ponerme a trabajar, ir a la mili y a la vuelta volver a trabajar.

Otras prioridades que me hicieron abandonar o incluso olvidar ese hobbie de juventud.

Al casarme formé una familia maravillosa, una casa propia, un buen poder adquisitivo, colaboro en causas solidarias.

Con el maletero lleno con las bolsas de ropa, los tapones, las pilas, el aceite para reciclar, emprendemos el rumbo a los lugares de destino y orgullosos con el trabajo realizado.

Ya en casa después de la cena y mientras lavo la loza en la cocina, Rosa, Daniel y Elia están en la sala y empiezan a hojear con detenimiento el álbum de fotografía sentados en el sofá tapados con una manta a los que en un gesto de complicidad te unes a ellos al finalizar.

Mis ojos se iluminan de forma diferente. La melancolía me invade al contarles las aventuras y desventuras, pero a medida que aumenta su curiosidad el cansancio va haciendo mella en los niños y acaban durmiéndose.

Rosa en cama no paraba de pensar en:

¿Cómo me sentiría al conseguir inmortalizar ese primer combate de Daniel en el campeonato de kárate, la buena actriz que es Elia en la obra de teatro del colegio?

Todo ello con su propia cámara, con un acabado profesional, seríamos sus mayores admiradores.

Al otro día antes de desayunar voy a buscar el periódico al kiosco como cualquier domingo.

Rosa, Daniel y Elia murmuran algo a mi espalda.

Por otra parte Rosa busca canjear parte de las estrellas que tiene acumuladas de “Tropaverde” con las que se premia el reciclaje y encuentra un cupón de descuento en cursos de fotografía que imparte Pedrido Fotografía.

Al mismo tiempo José se convertirá en un héroe al participar en los proyectos de responsabilidad social empresarial que lleva a cabo Pedrido, en el que con cada curso que se realice se contribuirá a invertir una fracción de tiempo que será canjeado por acciones a favor de una ONG o en el proyecto “Esencias de muller”.

Puedes ver otros post para que te inspires.

Puedes solicitar información sobre el curso de fotografía creativa o el curso de revelado y retoque fotográfico.

¿Hasta qué punto serías una persona de mente abierta para compartir este post?

José Alberto Pedrido Guldrís

Pedrido Fotografía

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